Numerosos mensajes
Después de la ducha, volví a la habitación y vi mi teléfono inundado de llamadas perdidas y mensajes: la pantalla brillaba con notificaciones que me aceleraban el corazón. Lo cogí y me puse a hojearlos en silencio. “¿Qué está pasando? Murmuré mientras Bruto levantaba la cabeza de la cama, percibiendo mi tensión. Los mensajes eran de familiares y amigos, todos preguntando si me encontraba bien. Respiré hondo e intenté tranquilizarme.

Numerosos mensajes
Llamadas perdidas
Entre los mensajes, destacaban las llamadas perdidas de mi hermana y de mi madre, que me crispaban el estómago. “¿Qué querrán?” Me pregunté en voz alta, mientras mi mente se arremolinaba con posibilidades. Abrí unos cuantos mensajes, hojeando rápidamente sus palabras preocupadas. Bruto gimoteó suavemente, dándome un codazo en la mano con la nariz. “No pasa nada, chico -susurré, aunque no estaba segura de creérmelo. Aun así, tenía que averiguar qué pasaba.

Llamadas perdidas