Mostrando el cuadro
“Ven conmigo”, dijo Arlo, guiándome hasta el garaje. Apartó una tela para mostrar el cuadro que yo había admirado en la galería. “Queríamos darte una sorpresa en tu cumpleaños”, me explicó. Jadeé y se me llenaron los ojos de lágrimas. “Arlo, es perfecto”, susurré, alargando la mano para tocar suavemente el lienzo. “Gracias”

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Sentirse aliviado
Me invadió una oleada de alivio cuando por fin comprendí la verdad de su conversación. La pesadez de mi pecho se disipó y fue sustituida por claridad y paz. “No puedo creer que lo entendiera tan mal -dije, dejando escapar una risa suave y lacrimógena. Arlo sonrió y me rodeó los hombros con el brazo. “No pasa nada, Emily. Ahora estamos aquí, y eso es lo que importa” El miedo que me había consumido se desvaneció lentamente, sustituido por el consuelo de saberme segura y querida.

Sentirme aliviada