Conduciendo rápido
Pisé el acelerador con más fuerza, desesperada por poner tanta distancia entre Arlo y yo como fuera posible. La autopista se extendía sin fin, pero por mucho que avanzara, nunca parecía suficiente. “Sólo un poco más”, murmuré, echando miradas ansiosas al retrovisor. Brutus se había acomodado, con la cabeza apoyada tranquilamente en las patas. El motor rugió debajo de mí mientras avanzaba: cada kilómetro era una pequeña victoria, cada momento un paso más hacia la libertad.

Conducción rápida
Parada en un motel
Agotada, finalmente me detuve en un motel para pasar la noche, desesperada por descansar y encontrar un lugar seguro donde ordenar mis pensamientos. El parpadeante letrero de neón proyectaba un brillo apagado sobre el tranquilo aparcamiento, ofreciendo una débil promesa de refugio. “Aquí estaremos a salvo”, le dije a Brutus mientras aparcaba el coche, con el cuerpo pesado por la tensión y la fatiga. “Vamos, chico”, dije, abriendo la puerta. Brutus saltó ansioso, moviendo alegremente la cola, felizmente ajeno a la tormenta que había en mi interior.

Parada en un motel